miércoles, 23 de febrero de 2011

PRIMER DOCUMENTO FUNDACIONAL


APUNTES PARA EL DEBATE DE LA SITUACIÓN POLÍTICA

A los miembros de este nuevo espacio nos convoca la necesidad de contribuir con la continuidad, el fortalecimiento y la profundización del Proyecto Nacional y Popular que encabeza la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, entendiéndolo como parte de múltiples proyectos de transformación a nivel latinoamericano.

Entendemos que la organización y la acumulación de fuerza conciente y militante, siguen siendo el corazón de cualquier proyecto que se construya desde las mayorías y que se plantee como una opción política de poder, de los pobres, los excluidos, los trabajadores y del pueblo en general.
           
Por este motivo, y porque no nos sentimos totalmente representados por las propuestas hoy existentes en el campo político local y nacional es que tomamos la decisión de aportar desde la construcción de una nueva corriente política y social.

Estamos convencidos de que la profundización del modelo no depende de esta herramienta que impulsamos, sino de que surja en el escenario nacional una nueva construcción política a la cual sumar nuestro esfuerzo.

BREVE REFERENCIA INTERNACIONAL

Si bien en América Latina hubo un proceso de derrotas de los sectores populares a partir de la década del ’70, la caída de la Unión Soviética en 1989 implicó un punto de quiebre en la situación política internacional. Constituyó, fundamentalmente, la derrota de un modelo económico, político e ideológico. Junto con el declive de las ideas y los proyectos comunistas (como la planificación socialista de la economía, la dictadura del proletariado, la primacía de la identidad obrera y la idea del proletariado como único sujeto histórico, la posibilidad del desarrollo inacabado de las fuerzas productivas que permitirían un consumo igualitario, etc.) también perdió legitimidad la idea del Estado como interventor en la economía.
En este marco, los capitales internacionales se lanzaron a ocupar primero los mercados de la ex Unión Soviética y luego, los de América Latina y África. Se instauró el modelo de acumulación neoliberal que implicó para los países del “tercer mundo” la expoliación de sus recursos naturales y el desmantelamiento de sus Estados, empresas e industrias nacionales. Estos procesos son los que solventaron el desarrollo del llamado “primer mundo”. Por lo tanto, el neoliberalismo no fue otra cosa que una nueva forma de colonialismo que implicó un nuevo traslado de recursos desde la periferia a los centros internacionales.
La hegemonía del capital financiero a escala planetaria generó, por un lado, un mapa político signado por una disputa inter imperialista, entre unas pocas y grandes potencias (Estados Unidos, China, la Unión Europea, Rusia, etc.); y, por otro lado, el fenómeno de algunas potencias nuevas y emergentes como India y Brasil, principalmente. Actualmente, asistimos a un mundo que, aunque gobernado por una lógica de acumulación capitalista común, podríamos denominar como “multipolar”, en el sentido de que las hegemonías políticas y económicas son compartidas y han entrado en un campo de disputa permanente.
En este sentido, en los últimos diez o quince años, han surgido propuestas progresistas y revolucionarias de peso, pero consideramos que no se puede entender por esto que se traten de respuestas “universales” “a escala planetaria” contrarias al  capitalismo.
Por este motivo, si bien compartimos una serie de principios innegociables en cuanto a como pensamos la Humanidad, la Naturaleza y la vida en sociedad, con todos los que luchan contra este orden injusto e inhumano que pone en riesgo la continuidad de la especie, creemos que los caminos que hoy se abren para alternativizar al neoliberalismo asumen las realidades particulares de cada pueblo concreto, y de su situación política, social y cultural, siempre enmarcados en un horizonte regional (Unasur, ALBA, etc.).

SITUACIÓN REGIONAL

Para nosotros hoy es América Latina el escenario que brinda una respuesta política, más o menos homogénea como continente y que crea las condiciones para desarrollar, fortalecer y profundizar proyectos revolucionarios de transformación política y social que expresen los intereses de los sectores populares y excluidos.
Después de la derrota continental de los procesos populares y revolucionarios de la década del ‘70, que lograron una ofensiva importante, se generó en el continente una restauración conservadora que de la mano de las dictaduras cívico militares primero, y de las restauraciones democráticas después instalaron una alternancia de proyectos antipopulares.
            Durante las décadas de los ‘80 y los ’90 se instaló un nuevo modelo de acumulación social dentro del capitalismo. El neoliberalismo condujo a nuestros pueblos a la más extrema pobreza material, al desmantelamiento de nuestros recursos naturales y de nuestros Estados nacionales, y a la construcción de sociedades cada vez más sumidas en los valores de la deshumanización y la mercantilización.
Los procesos de resistencia a esa realidad impuesta por el neoliberalismo en los ‘90, serán el punto de partida para el surgimiento y el emergente de los nuevos procesos políticos de transformación y cambio que se darán en América Latina. Comienzan a surgir muy lentamente procesos post neoliberales llenos de contradicciones, de avances y retrocesos. Esto se cristaliza más fuertemente desde el año 1999 hasta la actualidad, cuando se hace más evidente la inviabilidad del proyecto neoliberal y el modelo empieza a agrietarse y a entrar en crisis. Con él, entrarán en crisis los bloques de poder y las alianzas dominantes que lo sostuvieron, y los sistemas políticos que lo vehiculizaron. Irrumpen entonces tendencias alternativas. Probablemente, la primera “visibilidad” de estas tendencias regionales sea el ascenso de Chávez en Venezuela. 
Ahora bien, las nuevas tendencias latinoamericanas post neoliberales son diversas y plurales. Incluyen desde tradiciones de izquierda nacional y popular hasta construcciones relativamente nuevas y surgidas de rupturas de los sistemas tradicionales. Algunas experiencias, incluso, han surgido como tendencias que provienen desde los mismos partidos tradicionales. Con diferencias, con pluralidad, y con matices, pero ideológica y políticamente son proyectos de transformación, que más o menos avanzados ponen como posibilidad real la discusión, la construcción y la reconstrucción de conceptos como Socialismo del siglo XXI, Indigenismo, Independencia económica, Justicia social, Patria Grande, etc. Aún las experiencias más discutidas, que comparativamente podemos caracterizar como más retrasadas, como puede ser la uruguaya, no dejan de ser para nosotros modelos post neoliberales en transición.
Estos modelos se han caracterizado antes que por grandes transformaciones económicas estructurales, POR GRANDES TRANSFORMACIONES POLÍTICAS ESTRUCTURALES, ya que estos procesos que han emergido después de la oleada neoliberal cristalizan modelos con niveles de inclusión y de participación social en diversos grados y con una relativa recuperación del papel del Estado.
En síntesis, se trata de modelos que vuelcan la balanza económica y social hacia la recuperación de la Industria, del Empleo y del Consumo de las clases medias y asalariadas, acompañado esto de cierta redistribución de la riqueza hacia los sectores populares sostenida en una fuerte inversión estatal.
Esta etapa relativamente nueva de acumulación social es sostenida por un bloque de alianzas que incorpora a los poderes económicos locales y a parte de sus burguesías. Sostenemos que el neoliberalismo tal cual lo conocimos entró en crisis, debido a dos razones: por un lado, los grandes procesos de resistencia popular, y por otro lado, por una ruptura dentro de los bloques dominantes asociada directamente a la inviabilidad de un modelo económico especulativo que estalló en sucesivas crisis financieras internacionales.
En este sentido, afirmamos que una parte no menor de los sectores económicos del poder regional, se ha reacomodado en una nueva estrategia, que incluye una lógica de acumulación más productiva en detrimento de una que era predominantemente especulativa y financiera. Dicho de otra forma, una parte de los capitales nativos rompió la alianza estratégica que mantuvo durante los ’90 con los capitales financieros internacionales.

SITUACIÓN NACIONAL

Esta ruptura en el bloque de poder dominante en Argentina se cristalizó en la crisis de 2001. Una de las salidas a la misma propuesta por los capitales nativos fue el proyecto que expresó Eduardo Duhalde. En lo económico propuso la devaluación del peso, la alianza con los sectores concentrados del campo y la industria, pero sin medidas distributivas. En la matriz de este pensamiento subyacía la idea de que a la pobreza se la combatía con planes sociales y represión. En lo político este bloque estaba constituido en 2002 por una alianza entre el PJ, la CGT, la Iglesia católica, la UIA y la Sociedad Rural, excluyendo a los sectores populares.
En el año 2002 este proyecto fracasó debido a la resistencia popular, y Duhalde elaboró una reconstrucción de su estrategia política con la convocatoria a las elecciones presidenciales del año 2003. Al no aceptar la candidatura su aliado principal, Carlos Reuteman, termina recurriendo a una alianza con Néstor Kirchner. 
Éste, a diferencia de Duhalde, plantea un nuevo esquema al incorporar en el modelo de país a los sectores populares, y con ello sienta las bases de un Proyecto Nacional y Popular.
Se abre en Argentina una tendencia post neoliberal que es el modelo que desde hace siete años ha construido el kirchnerismo. Las mejores condiciones que dicho proceso ha generado en nuestro país, se cristalizan en un proyecto que impulsa una tendencia de relativa independencia del poder económico internacional, en cuanto a que instala que la capacidad de decisión es ahora del Estado nacional: negocia una quita histórica de la deuda externa, lleva adelante una negociación abierta y política con los bonistas, realiza el pago definitivo al Fondo Monetario, impulsa mantener el tipo de cambio alto, mantiene el superávit fiscal, sostiene la inversión en obra pública como principal creadora de empleo, regresa al sistema público de jubilaciones, etc.
Este modelo permite volver a poner en el centro de la escena, ante todo de cara al pueblo, tanto los logros como lo necesario en el futuro para seguir avanzando: el papel estratégico del Estado, los alcances y los límites de un modelo que solo resalta la productividad y la idea de “sujeto consumidor”, el problema de las grandes masas marginales y del trabajo en negro, la crisis de valores y la necesidad de crear un nueva cultura más humana, etc. El escenario se ha modificado fuertemente también en política exterior. La batalla de ideas y las representaciones sociales en cuanto al carácter de la misma es el punto de partida para seguir enterrando viejas políticas de anexión y dependencia, y seguir apostando a las políticas de autonomía y fuerte regionalización.
Pensamos que no hay condiciones en el corto plazo para volver al modelo neoliberal de los ‘90 y que el escenario en el que se moverá la situación política es el del “Proyecto Nacional”.
La disputa entre los sectores dominantes será por obtener y/o conservar la “administración política y económica” del modelo, para poder imprimirle distintas aristas dependiendo de cual sea el sector del bloque dominante del que se trate. En el caso de los sectores populares intentaremos defender y profundizar las conquistas alcanzadas.
En este marco, la contradicción principal de esta etapa se da entre el Kirchnerismo como representación del Proyecto Nacional y Popular, y el Proyecto Nacional expresado por el Peronismo Federal, el Alfonsinismo, etc.
Por este motivo, pensamos que es fundamental que el kirchnerismo (centralmente Cristina Kirchner) conserve la dirección del proceso por tratarse del único garante, bajo las actuales circunstancias, del rumbo progresivo del mismo.

SITUACIÓN POLÍTICA

El segundo mandato del proceso kirchnerista llegó para consolidar lo hecho durante la primera gestión.  En el camino emprendido, el proceso se topó y, a la vez, construyó las derrotas sufridas primero en la disputa por la resolución 125, y después en las elecciones legislativas del 28 de junio de 2009. De estos reveses, el gobierno salió con más ofensiva profundizadora en un sentido progresista.
Algunos indicios en términos de “estados de ánimo” en las masas como lo que se pudo visibilizar en el fenómeno del Bicentenario, señalaron que pareciera haber algo más en la sociedad que solo un simple “los números de la economía van bien y la gente está contenta”. Esto explica seguramente una parte de la realidad, pero no la misma en su totalidad. Lo que nos parece es que esto reflejó una convocatoria de masas, heterogénea en su composición (tanto sectores medios como populares y con fuerte protagonismo juvenil), que cristalizan la posibilidad abierta de construir un nuevo sujeto político.
Para nosotros hubo algunos cambios profundos en una buena parte de la sociedad argentina. El kirchnerismo ha puesto ante todo, durante estos años, el acento en la batalla POLÍTICA. Ha planteado como punta de lanza de la transformación social en la Argentina a la “transformación institucional”, que aunque relativa ha sido progresiva y ha vuelto a poner a la política como el escenario de transformación de la realidad.
Pensamos que la transformación de las principales instituciones (Ejército, Medios de comunicación, Justicia, Familia, etc.) generó un escenario político distinto que influyó en la transformación de la sociedad. Sin caer en exageraciones infundadas, creemos que al calor de este proceso se ha creado una sociedad un poco más justa, un poco más igualitaria y también un poco más movilizada, aunque en esto último es en donde más vemos nosotros límites precisos.
El gobierno ha realizado estos profundos cambios desde el Parlamento, desde la acción del Poder Ejecutivo o desde planes estatales. Es decir, hasta hoy su concepto sobre la política no es necesariamente un concepto de construcción de fuerza organizada propia, sino “política” como “gestión”, como capacidad de alianzas (en términos de negociación), incluso como la capacidad de instalar agenda, etc. Una política que se construye, básicamente, desde la conducción de las instituciones, desde la conducción del Estado (quizá allí es donde aparezca más claramente un concepto más clásico de la política, aunque también en sentido relativo), y desde el incentivo a cierta movilización de grupos vinculados a las políticas que quieren modificar (por ejemplo: grupos gay y matrimonio igualitario, Ley de Medios y movilización de los grupos vinculados a los 21 puntos, etc.)
El modelo que expresa el kirchnerismo tiene su estructura de poder garantizada en el mando centralizado que por ahora el gobierno logró sobre la estructura del Partido Justicialista, y el armado de diversas corrientes propias hacia dentro de esta estructura. A partir de allí es que también traza una fuerte alianza política con la CGT y otros sindicatos. Buena parte del proceso ha provenido desde la “reconstrucción” o “realineamiento” de “los partidos del sistema” que habían sido los instrumentos de la implementación del neoliberalismo durante la década de los ‘90. En este sentido, el kirchnerismo no es una transformación radical o una ruptura estructural del sistema político.
La muerte de Kirchner pareciera abrir una nueva etapa política en este sentido. Este escenario, tan imprevisible como desbordante, mete quizás por la ventana el problema de la construcción política kirchnerista. Consideramos que muchos sectores se movilizaron y que ha habido un salto de calidad que se cristaliza en el surgimiento de un nuevo activo político-social. Hay, desde hace dos años, CLAROS indicios de “movilización de la sociedad”, pero no entendida como un ascenso de masas. Más bien lo pensamos como un estado de ánimo, bastante generalizado, que tiene que ver directa o indirectamente con la POLÍTICA y que representa uno de los mayores logros de este gobierno. Las manifestaciones en las plazas de todo el país ante la muerte del ex presidente, con características anárquicas, emocionales, masivas, de amplia composición social y con fuerte protagonismo juvenil, cristalizaron en el escenario político lo que este proceso ha construido socialmente. Por este motivo, pensamos que desde estas posibilidades concretas hay que reconstruir un proyecto político que en los marcos del proceso represente los intereses y profundice las reivindicaciones de los sectores populares.
Consideramos que es necesario acumular fuerzas sin perder el tiempo, ya que otras experiencias históricas nos alertan que estos procesos, si no están fuertemente solventados por masas organizadas y pueblo movilizado, suelen devenir, más tarde o más temprano, en posteriores restauraciones conservadoras, o bien son más proclives a desestabilizaciones como lo atestigua lo sucedido hace menos de tres meses en Ecuador.
Esta realidad, sumada a la no renovación de la estructura de partidos y al desencanto generalizado de las mayorías con las ideas y las prácticas de la política tradicional, ha generado un escenario positivo pero más bien chato en términos de nueva conciencia política, militancia y organización popular. Construir poder popular es el que pensamos como el principal desafío para la profundización del modelo.

ALGUNOS LINEAMIENTOS ACERCA DE LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA QUE NECESITAMOS

Consideramos urgente colaborar en el fortalecimiento de un campo popular que hoy vemos que no está lo suficientemente organizado. Su fortaleza orgánica y política es fundamental para pensar en la posibilidad de construir un país cada vez más justo. Para nosotros toda posibilidad de cambios definitivos es impensable sin capacidad de organización, sin elevar los niveles de conciencia, de participación y de militancia del pueblo en su conjunto. Sin pueblo conciente y militante no habrá posibilidad de sostener cambio alguno.
Los actores políticos que son garantes de la estabilidad (gobernabilidad) del proceso ya están definidos y cumplen su rol en el proceso. Sabemos que el peronismo es parte de nuestra cultura política y que el PJ y otros actores kirchneristas son instrumentos eficaces que organizan fuerza social sobre esta identidad. Pero hay en una parte importante de la sociedad, una identificación con “el proceso”, con las “medidas”, con la figura de Cristina. En definitiva, se trata de un nuevo espacio político que necesita de nuevas mediaciones. Se ha abierto la posibilidad de construir una identidad política superadora de las ya existentes. La construcción de un nuevo sujeto es una posibilidad abierta que deben capitalizar hoy aquellos sectores del Kirchnerismo que busquen no solo la continuidad del modelo, sino su profundización.
Para esto hace falta superar la fragmentación. Nosotros pensamos que el Proyecto Nacional y Popular necesita un nuevo ordenador que aglutine en un gran movimiento a todos los sectores que estén por la profundización del modelo.
En este gran movimiento, nuestro espacio tiene que ser una Corriente que busque construir verdaderos canales de participación popular. Que recupere la visión de que el poder popular se construye transformando el apoyo social en fuerza propia y organizada. Un corriente que instale un fuerte debate de ideas en relación a la necesidad imperiosa de una nueva unidad profundizadora del modelo. Más que una fuerza que se proponga solo disputar lo electoral, pensamos en una Corriente de militancia que demuestre en la práctica concreta que desde la organización y la resolución de los problemas concretos del pueblo se puede y se debe generar fuerza y conciencia para defender las conquistas alcanzadas y profundizar el modelo.

                                                          
                                           Mar del Plata,  11 de Diciembre de 2010